Bicentenario.
Una carta sin remitente al exilio de un pais libre y soberano.
200 años siendo el prologo de una nacion “justa y soberana”, dime quien sino tu Mexico, ahora que nos difuminamos entre sangre y plomo, ha sido el testigo de un homicidio en primer grado.
La democracia, ese neoliberalismo constante, el teatro guiñol montado, los hombres detrás de la cortina, y como pista de baile, tu el mismo pais de siempre, imponente, con tu cultura a cuestas, y el desarraigo de una nueva generacion que exhala patriotismo, respirando egoismo, viviendo en desigualdad.
Tus esferas sociales trasparentan tu estatus de pais moderno, el vivir durmiendo, embellece tu esencia, mas detrás de un muro estas tu mismo, resquebrajando tus raices, viendo como la sangre emerge de una herida camuflajeada por el slogan de un sexenio politico, vivir mejor te dicen, te lo gritan, y creen que te has dejado extirpar las esperanzas.
El patriotismo emerge, se evade el veto nacional, se omite el cerco del ejercito, se ignoran los kilómetros de violencia, se entierran los hijos bastardos de una educación inexistente que adoptados por ti, la pobreza y tu neoliberalismo reluciente, yacen sin cabeza y sin nombre.
La violencia tiñe ahora tus colores, le da al rojo de tu bandera un significado diferente, ni Hidalgo y Morelos, ni Zapata y Villa, pudieron condecorar mas el rojo que tu afamado bicentenario.
Rojo sangre, el mismo color que se evapora de tus venas, mientras eres testigo de una muerte lenta y dolorosa, esperando atento, a que tu maza, ese amasijo de cuerdas y tendones, como diria Silvio no deje que pasen otros 100 años para revivirte, y dejar que la carta a un pais libre y soberano no claudique en el prologo.
Independencia. Revolucion. 2010
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